RESUMEN

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ANÁLISIS

Las redes sociales son la evolución de la comunicación humana adaptada a los recursos de la telecomunicación. Se trata de redes digitales que no solo aglutinan el chat, el correo y los foros, sino que crean un nuevo paradigma. Lo más importante: A nivel individual han creado nuevas formas de comunicarse y de esparcimiento no posibles hasta ahora, modificando los conceptos de amistad, rompiendo fronteras y construyendo puentes.

Estos nuevos modelos de comunicación no solo han vitaminado la interacción humana interpersonal, sino que han integrado consciente e inconscientemente al individuo en un medio interdisciplinar donde la frontera entre lo privado y lo público, la información, la opinión, la noticia y la publicidad se disipan.

Es impensable hoy un medio de comunicación que no implemente algún tipo de red social que englobe contenido e interacción de usuarios. Instagram, Twitter, grandes periódicos, Youtube.. Gobiernos autoritarios como China integran sus propias redes sociales internas.

Estas se han convertido en un arma y una oportunidad para empresas de captar a consumidores ávidos de contenido en sus lugares comunes donde son más vulnerables. Su utilidad, gratuidad e instantaneidad las hace indispensables para unos y otros con unos resultados comercialmente rentables imposibles de obviar para los nuevos negocios.

La alta demanda ha disparado el tráfico de datos y ha multiplicado las necesidades de almacenamiento y seguridad creando ciencias para el estudio, manipulación, análisis y almacenamiento de estos datos sensibles, que se intercambian legal e ilegalmente vulnerando nuestra intimidad y privacidad.

Estas redes sociales también han atraído famosos y deportistas;  ha proliferado la imagen de influencer. Estas estrellas de la década pueden ser embajadores de marcas y recibir millones de visitas y no solo compartiendo su experiencia, sino también su intimidad. Bypasseando de nuevo los viejos conceptos que teníamos sobre la televisión formando una nueva generación de jóvenes ligados fuertemente a estos procesos de interacción social.

Los pagos electrónicos cambiarán por completo la forma en que vivimos. Esto se debe a que varias acciones que realizamos diariamente ya no serán parte de nuestra rutina y las cambiaremos por otras. Sin el consumo será mayor y los beneficios serán muchos.
La incorporación de las nuevas tecnologías significó un cambio en la forma en que vivimos. Hoy en día en nuestro smartphone concentramos el GPS, la cámara fotográfica y de video, despertadores, etc. En poco tiempo también será nuestra billetera la que concentremos en nuestro teléfono. Cada vez es más común que realicemos transacciones bancarias desde aplicaciones o utilicemos plataformas de pago para ir a un bar o restaurante. Sin embargo, los expertos afirman que el dinero electrónico cambiará por completo nuestra rutina.

Eliminar el efectivo y las tarjetas de crédito, o al menos el hecho de necesitarlos constantemente, implica un cambio radical. Apple, Android, incluso Wal-Mart hoy en día ofrecen la posibilidad de manejar nuestras tarjetas. Para Business Insider, el potencial de las billeteras electrónicas evitará el fraude en comercios más pequeños y también les dará acceso a más clientes. Por si fuera poco, también les permitirá generar mayor comercialización, lealtad y gestionar mejor sus inventarios. Los beneficios no son sólo para los comerciantes, ya que las personas también tendrán la posibilidad de comprar lo que quieran, cuando quieran y donde quieran. De esta forma, el consumo aumentará considerablemente. El hecho de no tener que escribir un cheque, transportar nuestra tarjeta o ir hasta un cajero automático, supondrá un cambio en la manera de comprar y vivir. Imaginemos no tener que realizar grandes colas en tiendas o manejar grandes cantidades de dinero para compras extraordinarias.

Expertos en la materia aseguran que todos los comercios deberán implementar los pagos electrónicos. En primera instancia porque podrán acaparar más consumidores. En segundo lugar, porque si el sistema funciona perfectamente, los consumidores volverán a comprar allí, generando lealtad. Por si fuera poco, hay que considerar que si todo se vuelve digital, es mejor estar preparado que esperar a que los clientes lo soliciten.

Hay empresas que saben más de ti que tú mismo. Google y Facebook, por ejemplo, registran toda la actividad que realizas en sus servicios y la rentabilizan con publicidad. Es el precio a pagar por disfrutar gratis de sus buenos productos. Pero, al menos en teoría, no comercian con tus datos. De eso se encargan lo que en Estados Unidos llaman “data brokers”. En ese país el negocio de la información personal ha alcanzado tales dimensiones que tanto el Gobierno como las dos cámaras lo están investigando. Europa, y en particular España, tienen en sus leyes de privacidad un dique de contención que algunos dudan de que aguante la riada que viene.

Algunas empresas de datos recopilan información sobre familias que esperan un hijo, otras se hacen con los tiques de compra del supermercado, las hay que saben qué dinero se dona a una ONG o que graban las
matrículas de los coches que pasan ante sus cámaras. Su objetivo es, mediante la tecnología, rentabilizar toda esa información. ¿Sus compradores? Los anunciantes que sueñan con la publicidad personalizada, los bancos o prestamistas que quieren saber el historial crediticio de los usuarios o los políticos a la caza de indecisos. Hoy, más que nunca, los datos son poder.

No hay estimaciones fiables de lo que mueve el negocio de la información personal. Pero, para hacerse una idea, la empresa Acxiom, por ejemplo, asegura en su memoria anual contar con datos de 500 millones de personas de todo el mundo. Entre los servicios que ofrece, están indicadores sociodemográficos como nombres, direcciones, niveles de renta y hasta la raza. Epsilon, firma que ofrece datos sobre lo que llaman eventos de vida, como si uno ha sido padre recientemente o acaba de comprar una casa, dice contar con información de 280 millones de personas. Mientras, Rapleaf se vanagloria en su página web de contar con datos en tiempo real del 80% de las direcciones de correo de Estados Unidos. Y no encontramos en el modelo de negocio en sí un problema, ni siquiera una razón de alarma siempre y cuando se cuente con el usuario final, con el “cliente” en todo el proceso, es decir, siempre y cuando se nos INFORME de forma clara de lo que se está haciendo con esa parte inherente a nuestra actividad digital, que en muchas ocasiones creemos erróneamente dentro de una esfera privada, y que, en realidad, cuando aceptamos pliegos de 200 páginas de condiciones que no leemos al adherirnos a una red social o cualquier web, estamos compartiendo sin límite de uso ni de tiempo, no ya vendiendo sino regalando, hasta el punto de que ese día en que somos conscientes de ellos, el carácter anacrónico del mundo digital hace inviable darle una solución. Aprender digital, sobre todo lo que no hemos nacido en este paradigma, se antoja imprescindible si no queremos acabar devorados por la propia maquinaria del capitalismo que demoniza esta herramienta tan maravillosa y a la vez tan desconocida.

La compra por Internet se está consolidando entre los hábitos de los consumidores.  Los precios más bajos que aportan los productos o servicios propician que este sistema de consumo tenga cada vez mayor número de adeptos. Al igual que los diferentes medios de pago que admiten en estas operaciones.

Las casas de apuestas se están abriendo a nuevos formatos, como por ejemplo los pagos electrónicos. Mientras que los servicios turísticos, operaciones bancarias o plataformas digitales en general también están abiertas a los nuevos medios de pago. Las tarjetas de crédito o débito son un sistema de pago universalmente admitido para realizar pagos online desde cualquier punto del planeta. Con algunas diferencias entre estos dos formatos, en la primera no es necesario el aprovisionamiento de fondos para afrontar la compra o el servicio contratado. Sino que por el contrario, es una deuda que es asumida por el usuario. Con la única condición de no rebasar los límites de crédito establecidos en el contrato de esa tarjeta. En las tarjetas de débito, por el contrario, el proceso es tan solo un poco más complejo ya que requiere de la verificación de la transacción. Descontándose directamente del saldo de la cuenta corriente a la que está asociado el plástico. No obstante, su mayor riesgo es que no haya los suficientes fondos como para responder de la operación y en cuyo caso quedará anulada la operación. En cualquier caso, en ambos sistemas de pago piden un código de verificación para evitar posibles fraudes en las operaciones online.

  Se están realizando estudios sobre las emergentes diferencias en el uso de internet en los jóvenes y los cabios en la forma en la que valoran su implicación y su relación con las redes. Estudios realizados en Australia arrojan datos sobre nuevas concepciones sobre la implantación digital en sus vidas y sus interacciones digitales para alcanzar el deseado estatus social.

Existe un contraste en la gente que se desarrolla con un acceso limitado a las redes y se observa que se aprenden conductas orientadas al la disciplina y el estudio.

Un control apropiado en el temprano desarrollo de las costumbres en el consumo de este tipo de medios estaría bien justificado para minimizar los riesgos de internet y lograr manejar correctamente el uso de estos recursos digitales emergentes.

Los jóvenes de la generación digital se apropian de las nuevas tecnologías de manera creativa. Son capaces de realizar interpretaciones, usos y aplicaciones de una determinada tecnología e incorporarla a sus prácticas cotidianas, asumiendo que no tienen por qué corresponderse necesariamente con las finalidades para las que había sido pensada o diseñada. Y esta apropiación creativa que realizan debemos entenderla como una fuente de innovación social. Los jóvenes de la generación digital son “leading users” de lo tecnológico, su maestría en usos y habilidades tecnológicas es tal que se ha abierto un debate en torno a la brecha generacional que podría estar produciéndose.

El e-commerce o las compras online están convirtiéndose rápidamente en parte de nuestro día a día. El consumidor y especialmente las nuevas generaciones, se decantan en ocasiones por el comercio en línea por su facilidad y comodidad. La tecnología, por tanto, necesita seguir avanzando y cada día crea mayores y mejores opciones para optimizar nuestra experiencia a través de Internet. La disponibilidad de estas innovadoras tecnologías y plataformas va cambiando el comportamiento del consumidor que va escogiendo con más frecuencia la alternativa que le permita encontrar y adquirir los productos deseados de manera más rápida y preferiblemente desde casa, o mejor, desde el móvil.

Un ejemplo de este avance constante es la colaboración entre Snapchat y Amazon con el lanzamiento de la función de búsqueda visual. ¿Qué quiere decir esto? Que los usuarios de Snapchat pueden tomar una foto de cualquier producto (un par de zapatillas, una mochila o una paleta de maquillaje) a través de la app y ésta le redirigirá directamente a la aplicación o página web de Amazon, donde podrán encontrar y comprar el producto exacto o similares. La nueva función también permite el “escaneo” de códigos de barra, permitiendo encontrar el producto que deseas rápida y cómodamente, con sólo unsnap. Esta función, de momento, sólo está disponible para unos pocos usuarios de Snapchat en Estados Unidos pero la plataforma, espera poder desarrollarla a nivel mundial muy pronto. Esta colaboración puede llegar a ser beneficiosa para ambas partes. Snapchat necesita recuperar los usuarios que fueron “robados” por Instagram con la llegada de las “historias” y Amazon está intentando llevar la función de búsqueda visual a los más jóvenes, ganándole, así, terreno a Ebay.

Otro concepto que está cambiando nuestra forma de comprar es la página agregadora. Lo que antes era casi exclusivo de comparadores de vuelos y seguros, ahora también lo tenemos en el mundo de la moda. Portales como Zalando o Asos nos permiten encontrar miles de productos de cientos de marcas en un único sitio web. Lyst, por ejemplo, reúne más de 900 marcas y 2000 tiendas en un sólo portal. Estas páginas nos permiten agilizar enormemente la búsqueda y compra de artículos de moda, sin tener que visitar los sitios web de cada marca por separado. Con la rapidez que evoluciona el mundo del e-commerce y la velocidad a la que se va incorporando a nuestra vida diaria, habrá que esperar a ver qué innovadoras tecnologías tendremos disponibles en unos años y qué impacto tendrán éstas sobre la venta física.

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